Los complementos o suplementos alimentarios o nutricionales son productos que contribuyen a aportar los nutrientes, que, por algún motivo, no se consiguen cubrir con la alimentación convencional. En este sentido, es importante diferenciar entre aquellos complementos que podemos encontrar en farmacias y tiendas de alimentación y dietética y aquellos especialmente diseñados para el tratamiento nutricional de pacientes bajo supervisión médica y a los que se tendrá acceso mediante el Sistema Nacional de Salud (SNS).
En el caso de los primeros, existen infinidad de tipos, y acostumbran a ser fuentes concentradas de vitaminas, minerales, aminoácidos, compuestos bioactivos… de forma simple o combinada, que se comercializan de forma dosificada: cápsulas, en polvo, pastillas… Todos ellos pueden adquirirse libremente de manera fácil y la finalidad de su consumo son sus aparentes efectos beneficios para nuestro organismo. La mayoría de las personas diagnosticadas de cáncer han oído o leído que el uso de determinados suplementos o hierbas podrían ser de ayuda durante el tratamiento. Por lo que el uso de suplementos alimenticios sin prescripción médica está muy extendido entre las personas afectadas de cáncer.
Frecuentemente suelen utilizarse para potenciar las reservas de algún micronutriente, que por algún motivo no se consigue cubrir con la alimentación, o bien por su efecto preventivo o positivo sobre ciertas dolencias, situaciones o enfermedades, ya que existe numerosa publicidad de su eficacia en ellas. Aun así, es importante conocer, por un lado, que nunca sustituyen a una dieta equilibrada y aunque muchas veces puedan ser fuente de un nutriente del cual tengamos un déficit, el organismo necesita una cierta cantidad de cada nutriente y dosis más elevadas no tienen por qué ser necesariamente mejores, y hasta incluso, pueden llegar a tener efectos adversos. Por otro lado, muchas veces la eficacia de determinado nutriente o componente no se encuentra avalada científicamente o la evidencia científica existente no es suficiente.
A pesar de la investigación creciente sobre el uso de suplementos en oncología realizada los últimos años, el actual conocimiento sobre su efectividad en el tratamiento del cáncer es limitado e insuficiente para evaluar el equilibrio entre los beneficios y los peligros del uso de determinados suplementos. Actualmente, no existen investigaciones suficientes que indiquen que tomar grandes cantidades de antioxidantes, hierbas o vitaminas y minerales adicionales ayude a tratar el cáncer. Existen muchos suplementos en el mercado y su composición y calidad pueden variar enormemente de unos a otros. Muchos de estos productos son inofensivos y seguros, pero otros pueden causar efectos secundarios graves y nocivos, porque en algunos casos podrían interactuar o interferir en los tratamientos que se estén recibiendo, y reducir su eficacia u acción. Se recomienda siempre, consultar su idoneidad con el equipo médico con el que se está tratando la enfermedad.
El segundo tipo de suplementos nutricionales son productos dirigidos a una alimentación especial. Estos han sido elaborados y formulados para el tratamiento nutricional de pacientes bajo supervisión médica y su financiación se encuentra regulada, cumpliendo ciertos criterios tanto para su aprobación como para su indicación. En este caso, sí que hablamos de productos para usos médicos especiales, respaldados por la evidencia científica con relación a su eficacia, seguridad y eficiencia, de forma que da respuesta a las necesidades nutricionales de los pacientes.
Esta suplementación nutricional está indicada para aquellos pacientes que no pueden cubrir sus necesidades nutricionales a través de la dieta, sirve así, para mejorar o prevenir el deterioro nutricional que pueda producirse en el paciente con cáncer a lo largo del proceso oncológico u otros tipos de pacientes.
Previamente a su prescripción, es importante realizar una valoración nutricional para escoger el producto más adecuado a la situación clínica actual del paciente: existen muchos tipos de suplementación nutricional para dar respuesta a las necesidades de diferentes tipos de pacientes, se puede indicar de forma complementaria a la ingesta de alimentos o como dieta líquida completa vía oral y cada suplemento puede tener diferentes sabores y texturas para facilitar la adherencia a la pauta.
Esta prescripción siempre debe ser realizada por un facultativo especialista o desde la unidad de nutrición y dietética del centro hospitalario, bajo supervisión del profesional de referencia que lleva al paciente durante el tratamiento oncológico. Este indicará el tipo y la dosis adecuada a consumir. Los suplementos se facilitan desde las farmacias o directamente a través de los centros sanitarios (según la comunidad autónoma) y en algunos casos, hasta incluso es necesario el informe que justifique su indicación y la autorización del tratamiento. Entre los requisitos para que un suplemento sea financiado encontramos principalmente que el paciente no pueda cubrir sus necesidades nutricionales a través de la dieta ordinaria, que su administración mejore su calidad de vida y que el paciente tenga una enfermedad o situación clínica recogida dentro de los criterios del SNS. Además, la indicación debe realizarse en función de criterios sanitarios y no sociales, los beneficios del tratamiento deben superar los riesgos, debe valorarse periódicamente el tratamiento nutricional con el fin de asegurar su eficacia y seguridad y se consideran también algunos criterios de envasado, formulación, legales… Por todo ello, esto tipo de suplementos nutricionales no siempre son de fácil acceso.
Aunque los suplementos nutricionales de este tipo no siempre son necesarios, el riesgo de desnutrición durante el tratamiento oncológico si es elevado, especialmente cuando aparece falta de apetito o dificultad a la hora de comer. En estos casos la preparación de complementos proteicos caseros puede ser una estrategia de prevención de déficits.
Las proteínas se encuentran principalmente en alimentos de origen animal (huevos, carne, pescado y marisco, lácteos) y de origen vegetal, principalmente las legumbres (y sus derivados) y los frutos secos. Para preparar suplementos caseros que contengan un cantidad considerable de proteínas, se deberán considerar todos ellos, pero como la carne, el pescado y el marisco, organolépticamente no encajan en el concepto de batidos o cremas, los ingredientes a tener en cuenta serán la clara de huevo, los lácteos principalmente desnatados, ya que en proporción tienen más proteínas (yogur, leche en polvo, quesos, y sobre todo los yogures ricos en proteínas que actualmente se pueden encontrar en el mercado), las legumbres (principalmente la soja y sus derivados como el tofu) y los frutos secos (avellanas, almendras o nueces). Para completarlos con otros nutrientes como vitaminas, minerales, fibra y energía, podemos utilizar fruta, fruta deshidratada o galletas, entre otros y los formatos pueden ser variables: batidos, pero también flanes o tipo natillas.
En la plataforma Nutriactivos además, se puede ampliar información sobre más estrategias para hacer frente a la falta de apetito o dificultad a la hora de comer y así, prevenir la desnutrición, y sobre cómo llevar a cabo una alimentación saludable y equilibrada y poder adaptarla a los diferentes efectos secundarios y situaciones del tratamiento de los tumores neuroendocrinos.