Alimentación saludable durante el tratamiento del cáncer

Una alimentación adecuada es esencial para mantener un estado nutricional óptimo que ayude a hacer frente al tratamiento oncológico de la mejor manera posible, a disminuir los posibles efectos secundarios y a mantener la calidad de vida a lo largo de todo el proceso.

Una alimentación adecuada es esencial para mantener un estado nutricional óptimo que ayude a hacer frente al tratamiento oncológico de la mejor manera posible, a disminuir los posibles efectos secundarios y a mantener la calidad de vida a lo largo de todo el proceso.

La mayoría de los tratamientos utilizados para combatir los tumores neuroendocrinos son largos y combinan diferentes terapias que, a su vez, pueden provocar diversos efectos secundarios. Aun así, las recomendaciones alimentarias de base son las mismas: una alimentación saludable y equilibrada, con alimentos de todos los grupos en las cantidades y frecuencias adecuadas, que se deberá ir adaptando en caso de la aparición de diferentes síntomas, efectos secundarios o situaciones concretas. Esta alimentación, nos permitirá obtener todos los nutrientes necesarios para el buen funcionamiento del organismo, para mantener un peso adecuado y también, el organismo bien hidratado.

Para asegurar esta alimentación variada y equilibrada, la base será el patrón de alimentación mediterráneo, con gran cantidad de productos de origen vegetal, considerando diferentes aspectos para ponerlo en práctica.

En primer lugar, se recomienda realizar entre cuatro y cinco comidas al día, preferentemente ligeras y no copiosas para mantener el organismo en actividad, favorecer la digestión, controlar el nivel de glucosa en sangre y tener más opciones para incorporar la energía y los nutrientes que el cuerpo necesita. Es importante que cada comida incluya alimentos ricos en hidratos de carbono, para cubrir el aporte adecuado de energía. La principal fuente son cereales y pseudocereales (arroz, trigo, trigo tierno, maíz, quinua y derivados), los tubérculos (patata, moniato, yuca…) y las legumbres (lentejas, garbanzos, judías, soja, alubias…). Se recomienda escoger las versiones integrales (siempre que no esté contraindicado) para aumentar el aporte de fibra y reducir el riesgo de estreñimiento.

Consumir a diario frutas y verduras, de diferentes tipos y colores también será imprescindible para obtener diversos nutrientes y compuestos beneficiosos como las vitaminas, los polifenoles o los carotenos. Se debe asegurar cada día el consumo de dos o tres piezas o porciones de fruta fresca y dos raciones de verdura. Se recomienda consumir la verdura tanto cruda como cocida.

Es importante asegurar un adecuado aporte proteico para hacer frente a los tratamientos, reparar tejidos y mantener o recuperar la masa muscular. Las personas en tratamiento oncológico a menudo necesitan más proteínas de lo común para reparar los tejidos y para ayudar a combatir posibles infecciones. Se recomienda añadir tanto en la comida como en la cena preparaciones que contengan pescado azul o blanco, marisco, carne (principalmente magra como pollo, pavo, conejo y los cortes de menor contenido en grasa de cerdo y otras), huevos y legumbres como la soja o sus derivados, que aportan proteína de origen vegetal. También es recomendable incorporar leche, yogur y queso dos veces al día. En caso de seguir una alimentación exclusivamente vegetal o con pocos alimentos de origen animal, es muy importante consultar al dietista-nutricionista de referencia para estudiar cómo cubrir adecuadamente las necesidades de proteínas, vitaminas y minerales.

Así, realizar comidas completas será la estrategia para asegurar que se sigue una alimentación lo más equilibrada posible. Para ello, tanto comida y cena deben incorporar una parte de verduras y hortalizas, una parte de alimentos fuente de energía (cereales, tubérculos, legumbres…) y otra parte de alimentos fuente de proteínas. Seguir el método del plato es una manera práctica de conseguirlo ya que asegura gran parte de los nutrientes que se requieren al día.  Aun así, la cantidad y la proporción de cada parte puede variar en función de las recomendaciones del médico especialista o de la situación clínica. Si además queremos incluir pan en las comidas, habrá que tener en cuenta que este también representa la parte de alimentos fuente de energía. Así, podremos incluirlo como el alimento que represente esta parte o bien como complemento a otros cereales, tubérculos, legumbres… siempre controlando una cantidad total proporcionada. Las opciones más adecuadas son las versiones integrales, siempre que el consumo de este tipo de pan no esté contraindicado.

También es importante no olvidar la hidratación. Beber es imprescindible, especialmente durante el tratamiento, ya que es necesario mantener las células del cuerpo bien hidratadas. Es recomendable asegurar la ingesta de un litro y medio a dos litros de agua (de seis a ocho vasos) diariamente. La mejor opción es el agua, pero también existen otros líquidos, como el agua con gas, tés e infusiones o caldos vegetales. Por su contenido en azúcar, es conveniente limitar el consumo de refrescos, zumos comerciales y otras bebidas azucaradas. Además, también es importante evitar el consumo de bebidas alcohólicas.

Del mismo modo, debe limitarse el consumo de productos ricos en sal, azúcar y/o grasas saturadas, como algunos platos precocinados, el azúcar de mesa, la bollería industrial, los dulces, los refrescos azucarados o los snacks muy salados, entre otros. Este tipo de alimentos aportan menos nutrientes imprescindibles y más calorías, lo que podría contribuir a un aumento indeseado de peso.

Con relación a la elaboración de los alimentos, se recomiendan preparaciones culinarias de fácil digestión, pero sabrosas, priorizando las cocciones al vapor o hervidos, al horno, a la plancha, en papillote o al microondas. Entre ellas, las cocciones al vapor y microondas, de verduras y hortalizas serán las que preservarán más el contenido de sus vitaminas y minerales. Además, se recomienda utilizar aceite de oliva virgen extra tanto para cocinar como para aliñar y aprovechar las hierbas aromáticas y especias para dar diferentes matices gustativos a los platos.

No se debe olvidar tampoco el hecho de seguir unas medidas de seguridad alimentaria básicas para evitar infecciones tales como el correcto lavado de manos y de los alimentos, el mantenimiento de la cocina y espacios afines limpios o la correcta cocción, almacenamiento y regeneración de los alimentos y platos. Además, se recomienda mantenerse activo y realizar actividad física de manera regular. Con el ejercicio físico se contribuirá a mantener la masa muscular y la mineralización ósea.

Finalmente, comer en compañía siempre que sea posible (sin realizar dietas o consumir alimentos diferentes al resto de los comensales), ayudará a normalizar y relajar la hora de la comida disminuyendo el estrés y la sensación de sentirse enfermo. Limitar no quiere decir eliminar; no hay que sentirse culpable si no se siguen siempre las recomendaciones al pie de la letra, a veces es importante comer desde el punto de vista más emocional.

En la plataforma Nutriactivos además, se puede ampliar información sobre cómo llevar a cabo una alimentación saludable y equilibrada, sobre el método del plato, las técnicas de cocción y sobre como adaptarla a los diferentes efectos secundarios y situaciones del tratamiento de los tumores neuroendocrinos.

Además de considerar todos estos aspectos y recomendaciones básicas, en caso de la aparición de efectos secundarios, síntomas o situaciones concretas será muy importante ir adaptando la alimentación según la evolución y la aparición de complicaciones. En las personas con tumores neuroendocrinos es frecuente, por ejemplo, la aparición del síndrome carcinoide, que requerirá de adaptaciones en la dieta. Algunos alimentos pueden estar contraindicados, se puede necesitar aumentar el consumo de otros, fraccionar aún más la alimentación… El especialista de referencia siempre será quien dé indicaciones en este sentido y quien valore la idoneidad de todas las recomendaciones.

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