Alimentación vegetariana durante el tratamiento de TNE

Una alimentació vegetariana planificada de manera adequada és saludable, nutricionalment correcta i proporciona beneficis per a la salut en la prevenció i tractament de determinades malalties.

Una alimentación vegetariana planificada de forma adecuada es saludable, nutricionalmente correcta y proporciona beneficios para la salud en la prevención y tratamiento de determinadas enfermedades. Es adecuada para el mantenimiento de un estado de salud óptimo y apropiada en todas las etapas del ciclo vital, siempre que se aporten todos los nutrientes que el cuerpo necesita.

La dieta vegetariana excluye, en mayor o menor grado, los alimentos de origen animal, y se basa en los de origen vegetal: cereales y pseudocereales, verduras y hortalizas, frutas frescas y secas, legumbres, tubérculos, semillas y aceites y grasas vegetales. Las opciones menos estrictas como la opción ovolactovegetariana incluyen los huevos, la leche y los derivados lácteos, pero la vegana o vegetariana estricta prescinde totalmente de la carne, el pescado, el marisco, los huevos, los lácteos e incluso alimentos como la miel. Seguir una alimentación vegetariana proporciona un mayor aporte de hidratos de carbono, fibra, magnesio, vitaminas K, B9, C y E, y también antioxidantes, a la vez que un menor aporte de grasas saturadas, colesterol, proteína animal y sodio, por ello, las personas que siguen una alimentación vegetariana bien planificada presentan menor riesgo de obesidad, hipertensión, diabetes o hipercolesterolemia.

Aun así, existen otros nutrientes que será imprescindible considerar atentamente para asegurar esta correcta planificación de la alimentación y evitar posibles déficits. Entre ellos encontramos las proteínas, los minerales como el hierro, el calcio y el zinc y las vitaminas D y B12. Todos ellos, además, imprescindibles durante el tratamiento del cáncer.

El consumo de proteínas, además de ser esencial para la población en general, lo es especialmente para las personas con cáncer. Generalmente necesitan consumirlas en más cantidad, ya que de ellas depende la adecuada reparación y regeneración de los tejidos y el buen mantenimiento del sistema inmunitario. Un déficit de proteínas puede retrasar la recuperación y aumentar el riesgo de infecciones y por ello, durante el tratamiento de un cáncer, es esencial un aporte suficiente de proteínas.

Los alimentos más ricos en proteínas y con proteínas más completas, son los alimentos de origen animal. Cuando se sigue una alimentación que los excluye por completo, es imprescindible asegurar las proteínas, principalmente aumentando el consumo de legumbres y sus derivados (alubia, lenteja, garbanzo, habas, soja…), frutos secos y semillas y también de cereales (arroz, trigo, trigo tierno, avena, seitán…) y pseudocereales (como la quinoa, el trigo sarraceno, el amaranto…). Realizar combinaciones de alimentos fuente de proteínas vegetales a lo largo del día, nos ayudará a obtener también, proteína de alto valor biológico: el consumo de todos ellos asegura la ingesta de todos los aminoácidos esenciales. Podemos así, realizar todas las combinaciones posibles, como cereales con legumbres, frutos secos con legumbres, legumbres con semillas o derivados de la soja como el tofu o el tempeh con cereales a lo largo de las diferentes comidas del día.

En el caso del hierro, aquel de origen vegetal y presente en legumbres, frutos secos, verduras de hoja verde, cereales integrales y fruta desecada es de menor absorción que el de origen animal. Por ello, para asegurar su correcta aportación, mejorando su absorción, se recomienda combinar estos alimentos fuente de hierro de origen vegetal con alimentos ricos en vitamina C como algunas frutas (mandarina, naranja, kiwi, fresas, limón…) y algunas verduras (tomate, pimiento…). Serán buenas opciones un humus de garbanzos al que incorporamos pimiento o una ensalada de espinacas con fresas.

El zinc, imprescindible para la regeneración de los tejidos celulares y la síntesis de ADN lo encontraremos, en especial, en las siguientes fuentes de origen vegetal: legumbres, cereales integrales, germen de trigo, piñones, semillas de sésamo, pipas de girasol y semillas de calabaza.

Para asegurar el aporte de calcio, es importante saber que además de los lácteos encontramos también fuentes vegetales de este mineral, como las bebidas vegetales enriquecidas, verduras como el brócoli, la col o las hojas de col, los frutos secos (en especial en las almendras), las legumbres como la soja y las alubias blancas y negras o los derivados de la soja como el tofu (cuajado con sales de calcio o magnesio).

Para cubrir los requerimientos de vitamina D, pese a que esta está presente en alimentos de origen animal como el pescado azul, el hígado, los huevos y los lácteos y en cantidades ínfimas en alimentos vegetales, es necesario tener en cuenta que la principal fuente de esta, y no solo para personas vegetarianas o veganas, sino para toda la población, es su síntesis a través de la exposición sol.

Finalmente, aunque la vitamina B12 se encuentra en algunas fuentes vegetales (algas y setas frescas), las únicas fuentes fiables de esta son los alimentos fortificados con ella (bebidas vegetales, algunos productos a base de soja y algunos cereales de desayuno) y los suplementos de B12, a los que se deberá recurrir incluso en el caso de las personas ovolactovegetarianas.

El problema puede surgir en el caso de la aparición de algunos efectos secundarios, pues puede ser más difícil llegar a ingerir la cantidad de proteínas y demás nutrientes necesarias. Por ejemplo, en el caso de diarrea, los alimentos más ricos en proteínas de origen vegetal lo son también en fibra, por lo que hay que limitar su consumo para no empeorar la diarrea. Así pues, si esta se prolonga puede haber un déficit proteico. O en el caso de pérdida de apetito, la cantidad de alimentos de origen vegetal que se necesitan para obtener la misma cantidad de proteína que de alimentos de origen animal es muy superior, por lo que cuando se come menos, será también más probable que no se llegue a las necesidades de proteínas diarias. Por ejemplo, 100g de garbanzos cocidos nos aportan 8.8g de proteínas, mientras que 100g de huevo nos aportan 13g y para tener una referencia, una persona de unos 70 kg necesitaría entre 55-70 g de proteína al día.

Para confirmar así que todos los requerimientos nutricionales quedan bien cubiertos, ya que el aporte adecuado de macro y micronutrientes es esencial para hacer frente al proceso del tratamiento oncológico, es muy importante pedir asesoramiento a un dietista-nutricionista y siempre comunicar al oncólogo de referencia el tipo de dieta que se sigue para que valore posibles suplementaciones. En la plataforma Nutriactivos además, se puede ampliar información sobre cómo adaptar la alimentación a los diferentes efectos secundarios y situaciones del tratamiento de los tumores neuroendocrinos, para que en caso de seguir una alimentación vegetariana, puedan también considerarse.

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